El sistema óseo está formado por un conjunto de estructuras sólidas
compuestas básicamente por tejido óseo, que se denominan huesos.
Un esqueleto interno consiste en estructuras rígidas o semirrígidas
dentro del cuerpo, que se mueven gracias al sistema muscular. Si tales
estructuras están mineralizadas u osificadas, como en los humanos y otros
mamíferos, se les llama huesos. Otro componente del sistema esquelético son los
cartílagos, que complementan su estructura. En los seres humanos, por ejemplo,
la nariz y orejas están sustentadas por cartílago. Algunos organismos tienen un
esqueleto interno compuesto enteramente de cartílago, sin huesos calcificados,
como en el caso de los tiburones. Los huesos y otras estructuras rígidas están
conectadas por ligamentos y unidas al sistema muscular a través de tendones.
Funciones
básica del esqueleto:
Los huesos desempeñan funciones importantes
entre las cuales se pueden mencionar las siguientes.
1) Función de sostén. El esqueleto
constituye un armazón donde se apoyan y fijan las demás partes del cuerpo, pero
especialmente los ligamentos, tendones y músculos, que a su vez mantienen en
posición los demás músculos del cuerpo.
2) Locomoción. Los huesos son elementos
pasivos del movimiento, pero en combinación con los músculos permiten el
desplazamiento, ya que les sirven de punto de apoyo y fijación.
3) Protección. En muchos casos los huesos
protegen los órganos delicados como en el caso de los huesos del cráneo, que
constituyen una excelente protección para el encéfalo; la columna vertebral y
las costillas protegen al corazón y los pulmones; las cavidades orbitarias
protegen a los ojos; el hueso temporal aloja al oído, y la columna vertebral
protege la médula espinal.
4) Hematopoyesis. En la médula roja de los
huesos largos se producen los glóbulos rojos y en menor cantidad linfocitos y
monocitos
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